Entrevista a Luciano Román Medina, director de Postgrado e Investigación de la Universidad Católica «Nuestra Señora de la Asunción» Unidad Pedagógica Carapeguá

El Dr. Román Medina es director de Postgrado e Investigación de la Universidad Católica «Nuestra Señora de la Asunción» Unidad Pedagógica Carapeguá, investigador categorizado en el programa PRONII del CONACYT, Paraguay. Investiga en el campo de las ciencias de la educación: profesión docente, gestión educativa, aprendizaje. Es doctor en Planificación e Innovación Educativa e integrante de la Red AGE, en representación de su institución.

Considerando una de tus publicaciones sobre el aprendizaje en contexto de pandemia, ¿puedes hablarnos de la investigación que realizaste?

Es una investigación que realizamos con estudiantes de postgrado, específicamente, del programa de Diplomado en Metodología de la Investigación Científica, donde abordamos la percepción que tienen los estudiantes sobre su propio aprendizaje, en el contexto de la pandemia del Covid-19. Es un trabajo con enfoque cualitativo, donde exploramos factores que influyen en el aprendizaje, en un momento de crisis educativa, que supuso la ruptura de métodos tradicionales de enseñanza-aprendizaje. La investigación se llevó a cabo en Carapeguá, una ciudad ubicada aproximadamente a 85 km de Asunción, y los sujetos participantes fueron estudiantes de Nivel Medio, de instituciones asentadas en la zona urbana de Carapeguá.

¿Cuáles son los principales hallazgos de tu investigación?

Primeramente, hablaré de los factores asociados al bajo aprendizaje, siempre desde la perspectiva de los estudiantes. En este sentido, el bajo aprendizaje se atribuye al escaso dominio de las tecnologías del aprendizaje y el conocimiento (TAC), de parte de los docentes; en otras palabras, no basta con que sepan usar las tecnologías, sino lo importante es que apliquen con un enfoque didáctico y aprovechen los recursos para propiciar espacios de aprendizaje.

Se hizo demasiado énfasis en la mera entrega de las tareas, «lo que importaba era entregar, cumplir por cumplir» y se descuidó la retroalimentación de los contenidos desarrollados. Al respecto, cabe destacar que la educación requiere de comunicación, de un proceso dialógico, con debates, discusiones…no solo entre profesor y estudiantes, sino entre los propios estudiantes. Y esto fue lo que faltó en la educación a distancia en contexto de pandemia, es decir, la actividad de los docentes se redujo a la transmisión, la información, con ausencia del feedback, como se diría en inglés.

La desmotivación fue otro factor que jugó en contra del aprendizaje, esto asociado al contexto de pandemia: el encierro, la falta de socialización. Por lo tanto, es importante considerar en el proceso de enseñanza-aprendizaje la parte afectiva o emocional de los estudiantes.  

En segundo lugar, como aspectos favorables para el aprendizaje se mencionan cualidades propias de los estudiantes, como la perseverancia, la resiliencia, la autogestión del aprendizaje. Los estudiantes que demuestran un alto nivel de aprendizaje destacan que van más allá de los materiales proporcionados por sus docentes: recurren a vídeos de YouTube, al apoyo de familiares y otras personas con mayor preparación. Destaca la planificación del estudio: manejar los tiempos y «no dejar todo a última», así como se acostumbra a decir en Paraguay.  Así también, fueron muy importantes la entrega que pusieron algunos docentes, que se esmeraron en su trabajo y se adaptaron a los cambios utilizando los recursos tecnológicos para propiciar mejores aprendizajes: sistemas de gestión de aprendizaje, videoconferencias, videotutoriales.

Considerando los resultados del estudio, ¿qué recomiendas?

En la educación a distancia se justifica como nunca la figura del «docente creador de contenido», y mejor si estos contenidos se ofrecen en diversos formatos, para que sean accesibles y amigables a los usuarios, en este caso los estudiantes. Además, si los docentes asumen este rol creativo pueden adaptar los contenidos, contextualizar según las características de los grupos.

Es necesario desarrollar la autonomía de los estudiantes con actividades que requieran un rol activo de los mismos, generar conflicto cognitivo y estimular el pensamiento crítico con planteamientos que lleven a cuestionar la realidad. Muchas veces, hay un error de paradigma o se piensa en un modelo errado de profesor, del cual se espera todo, y esto lleva a una actitud pasiva frente al estudio; hay que pasar del modelo centrado en el profesor al de profesor facilitador, orientador o guía. ¿Y por qué propongo esto? Porque los estudiantes que registraron buen rendimiento en sus aprendizajes fueron quienes desarrollaron la autonomía y autogestionaron su propio aprendizaje.

Por último, es importante que los diversos agentes externos se involucren más en la educación, sobre todo: padres de familia, otras instituciones…; y llevar a cabo lo que algunos autores denominan «comunidades de aprendizaje». Para cerrar, la educación no es una responsabilidad exclusiva de las escuelas. 

 

Aleix Barrera-Corominas
Universitat Autònoma de Barcelona

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