Entrevista a Josep Duran Carpintero, profesor de la Universitat de Girona

El Dr. Josep Duran Carpintero es profesor del Departamento de Química de la Universitat de Girona desde el año 1991. Su investigación se ha centrado en el estudio de catalizadores con metales de transición. Ha trabajado con platino (UdG), rodio (Universiteit van Amsterdam) y paladio (ENSIACETT, Toulouse). Forma parte del grupo de investigación: BIMATEC (Grupo de Investigación en Biomateriales Avanzados y Nanotecnología, GRCT0098) y colabora con DiMoCat (Grupo de Investigación en Diseño y Modelado de Reacciones Catalizadas por Metales de Transición, GRCT0090).

En el campo de la docencia, en 2019 recibió la distinción Jaume Vicens Vives a la calidad docente universitaria de forma individual en reconocimiento a su trayectoria profesional, destacando iniciativas innovadoras sobre la virtualización de la docencia y la divulgación de la química en la universidad y la sociedad, combinando la ciencia, el uso de nuevas formas comunicativas, las nuevas metodologías y la formación de nuevo profesorado. Asimismo, ha formado parte de dos equipos de trabajo que han sido reconocidos con la distinción Jaume Vicens Vives a la calidad docente universitaria en la categoría colectiva por los proyectos LaQuimica.net (Departamento de Química, 2007) y por el Plan de Acción Tutorial (Facultad de Ciencias, 2020). Forma parte de la Red de Innovación Docente en Clase Inversa y fue Director del Instituto de Ciencias de la Educación Josep Pallach entre los años 2016 y 2022.

Actualmente, investiga sobre el impacto de la divulgación científica en la sociedad. Desde el año 2003 participa y organiza actividades de divulgación y promoción de la ciencia. Es autor y coautor de varios libros de divulgación y ha publicado artículos de docencia y divulgación de la química en revistas especializadas y en comunicaciones a congresos. Forma parte de la Cátedra de Cultura Científica y Comunicación Digital. En 2023 le fue otorgado el primer premio a la Comunicación Científica de la Asociación de Comunicación Científica de Cataluña (ACCC).

A continuación, pueden consultarse distintos canales de divulgación en que participa:

 

1. ¿Nos puedes explicar qué es la clase inversa? ¿Cómo la definirías?

La clase inversa surgió hace unos años en Norteamérica. Surgió de una necesidad en una región rural; hacía mucho frío y nevaba mucho, lo que provocaba que los profesores se encontraran con que a menudo sus alumnos no podían ir a clase. De esta necesidad surgió este modelo.

Como los alumnos a veces no podían ir a clase, los profesores proponían a sus alumnos unas lecturas, unos textos, una visualización de vídeos, es decir, cualquier material que pudieran colgar en la red y que los estudiantes pudieran consultar. Una vez hecha esta parte en sus casas, los profesores realizaban una prueba diagnóstica para saber qué habían aprendido los alumnos en casa y centrarse en aquellas cosas que los alumnos no tenían claras. Resumidamente, esta es la modalidad de aula inversa, que en general se llama “inversa” porque la clase normal sería hacer la explicación, poner deberes y que los alumnos los hagan, y luego corregirlos. Ahora, la clase se sustituye para que los alumnos miren unos materiales, unos apuntes, unos vídeos, etc., y después de esta visualización por parte del alumnado, se haga la clase después. Por eso se llama inversa, porque cambia estos dos términos del proceso de aprendizaje.

2. ¿Qué te llevó a utilizar esta metodología en tu docencia? ¿Qué resultados o beneficios te reporta respecto a lo que podríamos llamar una docencia más “tradicional”? ¿Disponemos de evidencias?

En este caso sí que puedo aportar evidencias. Hay diversas maneras de aplicar este modelo, y os explicaré cuál uso yo. Comencé a aplicarlo entre los años 2015 y 2016. ¿Y por qué? Pues, fue gracias a un curso que organizó el ICE (Instituto de Ciencias de la Educación) de mi universidad. El profesor de la formación fue José Luís Molina, de la Universitat de Barcelona. Me encantó; me gustó muchísimo. Explicó este modelo y pensé que, para mis asignaturas, o alguna de ellas, se podría adaptar muy bien.

Yo imparto una asignatura llamada “Química de los elementos”, que es descriptiva, consiste en hablar de todos los elementos de la tabla periódica. ¿Qué significa? Que no es una asignatura, digamos, de conceptos difíciles de entender. Es una asignatura más bien de memorizar y aprender cosas por lectura. En este marco, me pareció muy adecuado aplicar una metodología activa. También aplico otra metodología activa en esta misma asignatura, que es el aprendizaje basado en proyectos, pero es parcial. No es tan global como el aula inversa. Entonces, ¿qué hice? Colgar unos apuntes y unos vídeos en la plataforma. Los alumnos los consultan y se preparan la clase. Después de esta preparación, en el aula, les paso un cuestionario, a través del cual veo lo que los alumnos han aprendido o han estudiado o han mirado antes de entrar a clase. Durante la misma sesión, después del cuestionario, los alumnos se reúnen por grupos y hacen lo que se llama un team-based learning, un aprendizaje basado en equipos. Forman grupos y les paso el cuestionario una segunda vez. De tal manera que aquí es cuando se produce el verdadero aprendizaje, porque es un aprendizaje entre iguales. Es un aprendizaje por equipo, hablan entre ellos y se lo explican. Aproximadamente, un 80% o un 90% de las veces, el resultado de la segunda vez que realizan el cuestionario es mejor que el de la primera.

Esto significa que algo han aprendido. Finalmente, reservo los últimos cinco minutos para lo que el profesor José Luís Molina definió como una “operación quirúrgica”, que consiste en ver qué no han entendido los alumnos, identificar esos puntos que son claves para la asignatura y que los alumnos siguen fallando después de la segunda iteración, y entonces hago una intervención magistral, muy breve porque me quedan cinco, diez minutos de clase, y abordo quirúrgicamente esos puntos que los alumnos me han demostrado que no han entendido.

Tengo resultados que demuestran que las calificaciones de los alumnos en el aula inversa, respecto a la prueba normal, son mucho mejores. Además, las encuestas que he hecho a los alumnos demuestran que es una actividad que les gusta y que consideran que aprenden. También es verdad que consideran que les lleva trabajo.

Este último curso no he aplicado un formato puro de aula inversa: la sesión del alumno en su casa se traduce en que yo les hago una mini-sesión de las cuestiones básicas. Es decir, les hago unos apuntes en vivo de lo que considero más importante. Por lo tanto, les doy una clase.

Los alumnos me han demostrado que prefieren que aplique esta variante, que supongo que no he inventado yo. Cada año intento hacer alguna modificación en esta metodología que aplico y cada año saco algunas conclusiones. Y ahora mis conclusiones son que el formato híbrido es el que más les gusta.

3. ¿Crees que esta práctica se puede aplicar en diferentes ámbitos? ¿Se podría generalizar a nivel de la Educación Superior, o depende del ámbito, de la asignatura, del contenido...?

Yo creo que no influye el ámbito. Puede haber asignaturas en las que sea mejor aplicar otras metodologías. Por ejemplo, en la Universidad de Girona, los estudios de medicina se basan en el aprendizaje basado en proyectos. Y creo que es fantástico para este tipo de estudios. En los estudios de química, seguro que hay alguna asignatura en la que también se puede aplicar.

Y en otro tipo de estudios, como filología, historia, geografía, historia del arte, etc. Pueden ser estudios que, si tienen muchos contenidos, se pueden explicar o impartir de esta forma. Asignaturas como la mía, que es descriptiva, o que tengan esta característica, el aprendizaje a través de la clase inversa puede funcionar muy bien.

A mí, al menos, me funciona. Otras probablemente no. Por ejemplo, asignaturas que sean de conceptos mucho más abstractos, muy difíciles, que los alumnos difícilmente puedan aprender por su cuenta, quizá sería más difícil.

4. ¿Qué conocimientos necesita un docente universitario para poder implementar el aula inversa? ¿Qué aspecto tiene más peso, los conocimientos de la materia o los conocimientos pedagógicos?

Si el profesor no conoce la asignatura, se nota. Y yo creo que es la confianza en el conocimiento de los contenidos lo que te permite después desarrollar todos estos modelos. ¿Recuerdas aquel anuncio que decía “La potencia sin control no sirve de nada”?

Esto significa que es necesario dominar tanto las metodologías como los contenidos. Si no tienes claro lo que debes explicar en clase, seguro que fallas.

Yo, de hecho, hace muchos años que imparto esta asignatura, entre otras. Y el hecho de controlarlas me permite atreverme a aplicar nuevas metodologías. Si no, probablemente no me atrevería, porque creo que para el profesor es demasiado arriesgado, demasiada responsabilidad. Es necesario estar seguro de la asignatura que impartes, primero debes conocerla bien.

Por lo tanto, en este sentido, recomiendo, a todos los profesores, que se formen en metodologías y que, una vez conocidas las diferentes metodologías que existen, decidan cuáles escoger. Hay muchas que he rechazado. Con el aula inversa estoy muy, muy contento. Mis alumnos también están contentos.

5. Para terminar, desde tu universidad (Universidad de Girona), se está impulsando una iniciativa para crear una Red Catalana Interuniversitaria de Aula Inversa. ¿Cómo valoras esta iniciativa? ¿Qué recorrido crees que puede tener?

Para mí es fantástico, porque aquí encontraremos otras realidades fuera de nuestra universidad. Pienso que esto es muy enriquecedor. Por ejemplo, con la red podremos conocer expertos en el ámbito más pedagógico, cosa que ahora mismo, con el grupo de profesores de la UdG, esta perspectiva nos faltaba.

La red nos permite compartir conocimiento. Otros pueden tener un método que funcione mejor. Es posible que haya algún profesor o profesora de otra facultad o de otra universidad que lo esté aplicando y le funcione mejor. Si hay algún profesor que aplique el aula inversa, nos gustaría saberlo. Y luego, compartir estas experiencias con los compañeros de nuestra universidad.

Òscar Flores, Anabel Ramos i Aleix Olondriz
Universitat de Lleida

 

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