Entrevista a Elisabel Rubiano, Universidad de Carabobo, Venezuela
Los profesores Azael Contreras y Nuby Molina de la Universidad de Los Andes (Venezuela) han entrevistado para RedAGE a la Dra. Elisabel Rubiano. A continuación las aportaciones:
Elisabel Rubiano es Doctora en Ciencias Sociales, Mención: Estudios Culturales. Magister en Educación, Mención: Lectura y escritura. Estudios de maestría en Literatura Venezolana. Licenciada en Educación Especial, Mención: Dificultades de Aprendizaje. Fue docente y gerente del Ministerio del Poder Popular para la Educación. Es Profesora titular de la Facultad Ciencias de la Educación de la Universidad de Carabobo en el Departamento de Pedagogía Infantil y Diversidad. Profesora de maestría y doctorado. Actualmente es jefa del departamento y coordinadora de un grupo de Investigación y de un espacio de extensión en la misma universidad. Es investigadora y cuenta con múltiples trabajos publicados y ponencias. Entre sus méritos fue seleccionada en el nivel B. Plan de Estimulo a la Investigación e Innovación. (P.E.I. I) y en el nivel C de la ONCTI-UC. Es miembro del Centro TEBAS UCV y del Centro Internacional Miranda (CIM, Venezuela)
¿Está Ud. de acuerdo con las posiciones que enfatizan la necesidad e importancia de una formación previa al ejercicio de la función directiva? ¿Cuáles serían los argumentos o ideas fuerza?
Formación previa, no necesariamente; pero dada la complejidad de este rol y su importancia para el sistema educativo, sí debe acompañarse el ejercicio de la función directiva con un proceso de formación continua. Los directores son un recurso crucial en las escuelas pero son sujetos de muchas injusticias laborales y humanas por lo cual puede afirmarse que constituyen un grupo profesional en situación de vulnerabilidad: la mayoría de los directores en el país están en situación de “encargaduría”, las asignaciones de los directores no responden a procedimientos técnicos, políticos -en el buen sentido de la palabra- ni profesionales. A esto se suma el hecho de que la gestión de recursos para la escuela corre muchas veces por cuenta de los directivos sin el apoyo del consejo de padres, la comunidad, los supervisores de los municipios escolares. No existe ningún tipo de remuneración o incentivo adicional por la labor prestada y la formación de los directores, en cuanto al ejercicio de su función, se encuentra desasistida, es asistemática o no se corresponde con sus necesidades. Esta situación es una deuda histórica, no se trata de un proceso de este o aquel gobierno, la cultura escolar no reconoce la función del directivo y ello debe asumirse como un reflejo para repensar el devenir de la escuela.
Yo no creo en una formación previa al ejercicio de un director como un curso o taller propedéutico; considero además que deben existir ciertas orientaciones generales recogidas en instructivos y manuales de procedimientos; pero la formación como tal debe hacerse durante el ejercicio con el reconocimiento del sistema educativo porque aun sin procesos formativos sistemáticos y en el medio del caos, hoy día la diferencia entre una buena o mala escuela la ejerce el director/a que haya sabido llevar al colectivo de gestión de una escuela. A la formación por cuenta propia, auto dirigida, producto del azar, o de la historia de cada buen director (de su formación de pre y post grado) también hay que darle su mérito, muchos directores han aprendido “a porrazos” y allí están, marcando la diferencia entre una y otra escuela.
Ahora bien, ¿A quién le corresponde mediar esa formación? en el marco de la función supervisora está la respuesta; el asunto se complica porque los supervisores tampoco tienen la formación esperada, entonces ¿quién los forma a ellos? Tampoco se respeta el escalafón, la experiencia, todo supervisor debería haber pasado por funciones directivas… Así el asunto se convierte en el problema, es muy compleja la situación, porque a veces también puede pasar que profesionales de menos jerarquía y edad tienen la experiencia, el compromiso, la disposición y ciertas condiciones personales que resultan vitales para ejercer la función directiva y supervisora de primer nivel.
¿Considera Ud. que la formación inicial debe incorporar asignaturas, unidades curriculares, módulos o cualquier otra modalidad de formación, relacionadas con el ejercicio de la función directiva, que trasciendan lo simplemente informativo y teorizante; que promuevan mayor inmersión en procesos de gestión para la práctica y la reflexión?
Sí lo creo. Se deben trabajar procesos de gestión prácticos y reflexivos, así como procesos de investigación desde un paradigma crítico reflexivo que promuevan la sistematización de experiencias, la investigación en la acción. Pero insisto, no debe ser sólo inicial, debe llevarse a cabo durante el ejercicio al menos por seis meses; podría ser ser un diplomado teórico práctico para todos los que van a ejercer funciones directivas. Cabe recordar el “curso de las 180 horas” que se exigió hace unos 8 años para pasar de un escalafón a otro; tomaba en cuenta algunos contenidos gerenciales. Sin embargo, la gestión de formación para directivos también es un problema. Yo apostaría a colectivos de formación por cada municipio, cambiar la concepción de las “reuniones de directores”, propiciar la lectura, la discusión, el ejercicio teórico práctico. Todo ello implicaría un cambio en el “administrativismo” o “gerencialismo” que se encuentra presente en la cultura escolar y en una profunda reflexión acerca del tiempo escolar que resulta muchas veces un verdugo, inhumano y poco operativo.
¿En los actuales momentos, cuáles serían – desde su visión- las ausencias, vacíos, omisiones en cuanto a la formación y actuación de los docentes con función directiva en los procesos de gestión escolar en nuestro país?
Realmente son numerosas y diversas, pero destaco algunos de los más relevantes:
- La comunicación.
- El ejercicio de la autoridad.
- Las relaciones interpersonales.
- En sus funciones mediadoras de lo pedagógico y académico, en el seguimiento y control.
- Las formas de hacer cumplir las normativas como añadidura más que como esencia.
- En la gestión de recursos y el trabajo cooperativo.
- La uso de los espacios y los recursos de aprendizaje.
- Diagnósticos participativos.
- Gerencia y pedagogía por proyectos.
La mayoría de los planes y proyectos se cumplen con fines meramente administrativos, no solo por la formación de los directivos, por el sistema en su totalidad, por la gestión del tiempo escolar, por la poca cultura de lo participativo a pesar de la mucha tela que se ha cortado al respecto. Lamentablemente, de lo discursivo a lo hecho hay una gigante brecha.
Los docentes directivos demuestran, en lo profesional, idoneidad y compromiso en el ejercicio de su función; no obstante, actúan en contextos de alta complejidad e incertidumbre en donde no están totalmente claras sus funciones… ¿Cree Ud. en la necesidad de que se establezcan, en función de necesidades reales y demandas del contexto, límites y líneas de acción para el ejercicio de la función directiva escolar?
No siempre partimos de este supuesto que le hace preámbulo a la pregunta, pero bueno, sí debe ayudar delimitar funciones. No obstante, la complejidad del cargo directivo y la condición humana y social del cargo muchas veces demanda otras funciones que van más allá del cargo, los directores y directoras en esta realidad que vivimos muchas veces asumen múltiples tareas como ser secretarias, obreros, aseadores, psicólogos, líderes comunitarios, cooperativistas, cocineros… la realidad latinoamericana es difícil definirla y propiciar a partir de ella un perfil único, sin embargo sí podría ser interesante -con base en la realidad, en una gran consulta nacional- definir las funciones que ejercen los directores /as en la actualidad. Con la necesaria advertencia de una visión ideográfica que atienda a la particularidad de cada contexto, por cuanto puede resultar inconveniente generalizar.
¿Qué nos puede decir sobre el desarrollo de planes y programas de formación de los docentes con función directiva en la actualidad y el impacto en sus actuaciones en todos los niveles de la Administración educativa?
Creo que en las universidades, la generación de diplomados y maestrías en gerencia son los únicos que están dando algún aporte y esta formación se asume por iniciativa de los mismos directores/as. Sin embargo, los procesos formativos en Venezuela continúan inscritos todavía en concepciones de educación bancaria, conductista, conceptual y academicista, poco hay hecho desde el paradigma crítico, reflexivo, teórico-práctico, por lo menos de lo que yo conozco. Quién sabe y podría resultar seguro que en forma anónima existen siempre seres unidos por hilos invisibles haciendo algo distinto por el mundo.
Se habla de las Comunidades de Aprendizaje y Comunidades de Prácticas como espacios de desarrollo profesional idóneos para el profesorado, ¿Cree Ud. que hablar de Comunidades de Liderazgo y de las Redes como dinámica específica de trabajo colaborativo y una alternativa para la formación e intercambio de saberes y experiencias orientan el trabajo y liderazgo de los equipos directivos escolares?
La palabra comunidad ya marca otra postura, lo colaborativo también, nada podrá superar la permanente acción-reflexión-acción-reorientación… y el asumir la realidad tal cual es cargada de incertidumbres, de sorpresas, de retos como la vida misma…
Las redes digitales son prometedoras. Estamos todavía asombrados de lo que está pasando con el lenguaje digital, mucho se banaliza, pero también mucho se desarrolla hacia metas nunca antes pensadas, que democratizan el conocimiento…
¿Cuál es su opinión sobre las competencias personales y profesionales que requieren los docentes con funciones directivas para responder a tales exigencias?
Personales, muchas… en el cultivo de lo intelectual, la personalidad, lo afectivo, lo emocional, lo espiritual, la formación ciudadana… En lo profesional, en cuanto a sus competencias investigativas, de pertinencia social, como promotor social, como educador, en esa cosmovisión de creer en esa pedagogía que ”nos pasa”, no “que pasa”, en esa postura que implica un goce, el disfrute de la profesión, del trabajo como el de la vida misma… y en esa formación profesional integral que supere lo técnico, administrativo y academicista y se asuma desde un sentido de vida profundamente humano y social. Para no escribir tanto y no abusar del espacio de esta entrevista me suscribo a las ideas de Larrosa en su pedagogía como experiencia cuyo enlace comparto con ustedes.