La educación al servicio de los pueblos y el planeta
En el Informe GEM se demuestra con autoridad que la educación es el elemento más indispensable de todas las dimensiones del desarrollo sostenible. La mejora de la educación da lugar a una mayor prosperidad, a una agricultura más productiva, a mejores resultados sanitarios, a una disminución de la violencia, a una mayor igualdad de género, al aumento del capital social y a un entorno natural más sano. La educación es fundamental para ayudar a la gente de todo el mundo a entender por qué el desarrollo sostenible es un concepto tan vital para nuestro futuro común. La educación nos brinda los instrumentos –económicos, sociales, tecnológicos e incluso éticos– esenciales para asumir los ODS y realizarlos. Estos hechos se enuncian y exponen con un lujo de detalles admirable y excepcional a lo largo del informe, que nos proporciona una gran cantidad de información en sus cuadros, gráficos y textos.
Sin embargo, en el informe también se pone de relieve el enorme desfase que existe entre la situación actual del mundo en materia de educación y lo que este se ha comprometido a lograr de aquí a 2030. Las disparidades entre los logros educativos de los ricos y los pobres, dentro de los países y entre ellos, son sencillamente alarmantes. En muchos países pobres, los niños desfavorecidos se enfrentan a obstáculos casi insuperables en las circunstancias actuales. No tienen libros en casa, carecen de acceso a la educación preescolar y sus escuelas no disponen de electricidad, agua, saneamiento, maestros cualificados, manuales ni ninguno de los demás elementos necesarios para una educación básica, y mucho menos una educación de calidad. Las consecuencias son sobrecogedoras. A pesar de que el ODS 4 insta a la terminación universal del segundo ciclo de la enseñanza secundaria para 2030, la actual tasa de terminación de ese ciclo en los países de bajos ingresos no supera el 14%.
En el Informe GEM se realiza un ejercicio importante que consiste en determinar cuántos países alcanzarán el objetivo de 2030 de acuerdo con su trayectoria actual, o incluso según el ritmo del país que logra los progresos más rápidos en la región. La respuesta es preocupante: debemos realizar progresos sin precedentes inmediatamente si queremos tener una oportunidad de alcanzar el ODS 4.
En el Informe GEM 2016 se presenta un gran número de ideas, recomendaciones y normas para avanzar, y se formulan sugerencias muy valiosas sobre la manera de seguir y medir los progresos logrados en la consecución del ODS 4. Se demuestra, por ejemplo, que se puede contar con instrumentos de medición mucho más afinados de los recursos, la calidad y los resultados de la educación que los instrumentos a menudo rudimentarios, como la tasa de matrícula o de finalización de la enseñanza, que se utilizan actualmente. Utilizando datos masivos, instrumentos de encuesta más eficaces, medios de seguimiento de las instalaciones y tecnologías de la información, podemos obtener mediciones mucho más matizadas del proceso y los resultados de la educación a todos los niveles.