Director de escuela en el siglo XXI. ¿Jardinero, pulpo o capitán?
Del educador se ha dicho que debe ser guía, modelo, consejero, mediador, facilitador, forjador de colectividades y autoridad, entre otros roles impuestos por la sociedad o asumidos conscientemente. También se menciona que ha de ser líder. Pero, como advierte Eduardo Andere en su libro más reciente, Director de escuela en el siglo XXI. ¿Jardinero, pulpo o capitán?, “la investigación en liderazgo es aún periférica” (p. 15). Así, paradójicamente, mientras más literatura emerge sobre este tópico, más se precisa una mirada crítica sobre un asunto medular en los sistemas educativos del mundo: el liderazgo escolar y pedagógico.
Luego de revisar más de 50 sistemas educativos en el mundo y efectuar alrededor de 350 entrevistas formales durante cerca de doce años, Andere reconoce que se habla de clases de liderazgo, pero que “hay fragilidad teórica al tratar de definir al buen líder por una serie de virtudes o rasgos” (p. 28). En los así llamados estilos de liderazgo, se privilegian determinados conocimientos, habilidades y actitudes relacionados con la administración de las escuelas como recintos de enseñanza. Sin embargo, precisa que hoy las escuelas “se han convertido en entornos de aprendizaje” (p. 11) en los que, los buenos líderes, delegan responsabilidades, distribuyen decisiones, potencian el desarrollo de maestros y estudiantes, administran adecuadamente los recursos y dirigen la organización escolar de manera efectiva.
